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Sign up todayPrimero de poeta
This audiobook uses AI narration.
We’re taking steps to make sure AI narration is transparent.
Learn moreEl libro de poesía que, autoeditado por su autora, escaló las listas de Amazon y ha conquistado a miles de lectores.
« Vive, joder, vive.
Y si algo no te gusta, cámbialo.
Y si algo te da miedo, supéralo.
Y si algo te enamora, agárralo.»
Primero de poeta son todos los papeles que rellené y quemé, todos los pasos que no di, las vidas que perdí. Todas las declaraciones de amor que callé, los sueños que rompí, los miedos de los que aprendí. Es mi impaciencia, mis ganas de sentir y el pánico. Es descubrir que mis miedos siempre ganan la partida. Es empujarte a que te vayas por si te acercas demasiado. Es querer que te acerques demasiado. Primero de poeta son todos mis errores. Y mi cura.
La mejor poesía contemporánea en formato audiolibro.
La opinión de los lectores:
«Una confesión desnuda y sincera de la autora, de esas que te hacen partícipe de principio a fin porque sabes que son auténticas, porque están escritas con el lenguaje que compartimos todos, el del dolor y el de la alegría, el del miedo y el del amor, en definitiva, el lenguaje del alma. Recomiendo tenerlo para ojearlo con cuidado de vezen cuando, porque al menos a mí, me hace sentir cosas de las cuales no quiero abusar y "gastarlas" demasiado rápido.»
Chris
«Para los amantes del buen gusto, de lo bonito, de lo que toca el alma. Por encontrarme reflejada en muchos de esos renglones, hacerme sonreír y también hacerme reflexionar. Por todo eso y por mucho más, es un libro para leer al menos una vez en la vida.»
Inma
«A cada poema te enamoras más de Patricia, porque te hace sentir y recordar emociones cotidianas que a veces podemos tener olvidadas. Recomendable 100%, para leer y releer.»
Inma Naroi
«Una poesía moderna, directa, de pensamientos ágiles y muy cercana, con partes que invitan a la reflexión.»
Juan
Patricia Benito (Las Palmas de Gran Canaria, 1978). Nací en una isla y no sé nadar. He vivido en tres ciudades, nueve hogares y alguna casa. Me he enamorado una vez. He bajado corriendo de un tren en llamas y he visto explotar una bomba. No creo en las cosas que duran para siempre. O sí, no lo sé. Las fresas, con leche condensada. Cada cierto tiempo necesito cambiar cosas de sitio, ya sean muebles, personas o toda mi vida. Si no viajo, no puedo respirar. Tengo incontinencia sentiverbal. Me pierdo en cualquier atardecer, a ser posible con mar. Prequiero demasiado rápido y desquiero demasiado lento. No recuerdo la última vez que me dormí pronto. Mido el tiempo en medias cervezas y no hago planes a más de cerveza y media. Lloro en las manifestaciones cuando oigo a Labordeta. Te necesito cerca, pero no encima. Siempre voy con el más débil. No imagino un mundo sin queso, ni sin chocolate. Casi siempre es mejor dar que recibir, y no estoy hablando de sexo; no solo de sexo. La reina de mi casa es una gata coja que no para de ronronear. La empatía debería mover el mundo, no solo el mío. Si has leído hasta aquí, te puedes quedar.
Patricia Benito (Las Palmas de Gran Canaria, 1978). Nací en una isla y no sé nadar. He vivido en tres ciudades, nueve hogares y alguna casa. Me he enamorado una vez. He bajado corriendo de un tren en llamas y he visto explotar una bomba. No creo en las cosas que duran para siempre. O sí, no lo sé. Las fresas, con leche condensada. Cada cierto tiempo necesito cambiar cosas de sitio, ya sean muebles, personas o toda mi vida. Si no viajo, no puedo respirar. Tengo incontinencia sentiverbal. Me pierdo en cualquier atardecer, a ser posible con mar. Prequiero demasiado rápido y desquiero demasiado lento. No recuerdo la última vez que me dormí pronto. Mido el tiempo en medias cervezas y no hago planes a más de cerveza y media. Lloro en las manifestaciones cuando oigo a Labordeta. Te necesito cerca, pero no encima. Siempre voy con el más débil. No imagino un mundo sin queso, ni sin chocolate. Casi siempre es mejor dar que recibir, y no estoy hablando de sexo; no solo de sexo. La reina de mi casa es una gata coja que no para de ronronear. La empatía debería mover el mundo, no solo el mío. Si has leído hasta aquí, te puedes quedar.